AL PRESIDENTE SANTOS, A LAS FARC-EP Y AL
PUEBLO DE COLOMBIA
EN LA HORA DE CONSOLIDAR LOS DIÁLOGOS DE
PAZ
“LO ÚNICO QUE EL TIEMPO NO PERDONA ES LO QUE A TIEMPO NO SE HACE”
Manifiesto mi júbilo ante el inicio del
Proceso de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP, y celebro el propósito del ELN
de sumarse a las negociaciones. Asimismo, como uno de los líderes del Estado
Mayor Negociador, reitero enfáticamente el deseo de las Autodefensas de
participar activamente del proceso conjunto de construir la Paz.
Amargas y dolorosas lecciones de la
historia y experiencias propias, nos enseñan que un Proceso de Paz que no
incluya a la gran mayoría de los actores del conflicto resultará insuficiente
para evitar que las zonas desocupadas al momento de la desmovilización por
unos, sean fatalmente retomadas por otros, exclusiones y vías de hecho que han
sido una tendencia histórica, que han convalidado y reeditado la violencia y
promovido la lucha armada como expresión política para defender intereses
cuando democráticamente se está impedido, perpetuando la guerra, la continuidad
de daños inenarrables en la vida de miles de personas y retrasando en amplias
regiones el desarrollo socioeconómico y la democracia incluyente y plural.
Allí está reciente nuestro ejemplo, con la
desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia, y el ejemplo de los
grupos guerrilleros que dejaron las armas, como el EPL, el M19, la Corriente de
Renovación Socialista, el ERP, el Quintín Lame, etc., lecciones que ciertamente
no fueron benéficas para fortalecer la institucionalidad y la democracia o
alcanzar una paz estable y duradera, y que no debemos desdeñar.
¿Por qué impedir la participación de uno
de los actores históricos reconocidos del conflicto, como las Autodefensas, que
hemos sufrido con buena parte del País los desaciertos de un proceso de paz mal
concebido? ¿Por qué no anticiparnos y remover los obstáculos que puedan restar
credibilidad, representatividad y confianza al logro de la paz verdadera?
No será la inclusión política de los
desmovilizados y sus bases sociales la que impida la solución negociada -ni
tampoco la participación en el Proceso de Paz de la mayor cantidad de los
actores del conflicto-, sino su invisibilización y exclusión política, la de
sus comunidades, las que harán inviable la solución.
Cuál sería el interés que no se puedan
expresar democráticamente con razones y argumentos, las ideas de quienes
deponen las armas y durante años representaron los intereses de tantas
comunidades, para que dentro de la institucionalidad, puedan ayudar a resolver
los enormes problemas que aquejan especialmente a la Colombia marginal y
periférica. Acaso desconocen que sin armas dentro de la contienda política
democrática nada se puede imponer, y todo lo que dentro de ella se pretenda
conseguir se obtendría convenciendo con la fuerza de las ideas, de la razón, de
las promesas cumplidas, o es que allí no existen todos los controles, y mejor
aún la participación de todas las variables políticas. ¿Quiénes son los pocos
que se benefician de esta exclusión y sus funestas derivaciones? No es el
pueblo colombiano.
Resulta inevitable que haya ciudadanos que
deseen que guerrilleros y autodefensas, quienes tenemos iguales
responsabilidades en cuantiosos hechos de guerra, nos pudramos en una cárcel o
regresemos a la sociedad con nuestros derechos humanos y políticos cercenados.
Pero no puede ser el castigo el único remedio que exija una sociedad que busca
justicia pero también Reconciliación y Paz.
Las FARC-EP aspiran a transformarse en una
fuerza política legalmente reconocida, también nosotros, así lo hemos
manifestado innumerables veces, como el día de la instalación oficial de la
mesa de negociaciones en Ralito, el 1 de julio de 2004, cuando dije: “para
eliminar toda posibilidad que conduzca a un nuevo resurgimiento de la opción
armada antisubversiva, nosotros como Autodefensas Campesinas avanzaremos, no
hacia la desaparición como organización, sino hacia la transformación en un
movimiento político de masas a través del cual la retaguardia social de las
Autodefensas pueda constituirse en una alternativa democrática que defienda,
custodie y proteja los intereses, derechos y demandas de nuestras comunidades
ante los poderes del Estado”.
Las FARC aspirarán a ser en la legalidad
líderes sociales en las diferentes zonas donde actuaron, y también en otras.
¿Cómo evitar que no vean las comunidades a sus integrantes como una amenaza si
los otros desmovilizados no pueden competir políticamente con los mismos
derechos y garantías que reciban los miembros de las FARC? ¿Por qué unos
actores desmovilizados del conflicto sí harán proselitismo político y otros no?
¿Por qué propiciar esa diferencia de criterios, estratificar la violencia, las
víctimas y los actores del conflicto armado según la posición política o
ideológica? ¿Será socialmente viable un posconflicto parcializado que incluya a
unos y rechace a otros? ¿Que los desmovilizados como autodefensas, e incluso
los ya desmovilizados como guerrilleros en los años recientes, no recibamos un
trato equivalente al que reciban los mandos y los soportes políticos y
logísticos de las FARC y por el contrario quedemos confinados a la cárcel,
extraditados, proscritos de la sociedad y seamos los únicos a los que se nos
exija reparación y verdad?
¿Conducirá a la paz la iniquidad y
extravagancia que representa la asimetría de condenar a unos por los mismos
actos de guerra dentro del conflicto armado irregular, mientras que
simultáneamente, no solo se ignora la barbarie de los otros, sino que también
se premian?
¿Habrá auténtica paz si se le da un trato
diferenciado a guerrilleros, autodefensas y militares cuando estos últimos han
dicho: “no queremos terroristas ejerciendo cargos de poder y militares que han
defendido legal y constitucionalmente esta nación, condenados, humillados, y
confinados en las distintas cárceles del país”?
Por estas argumentadas razones, le pedimos
respetuosamente, señor Presidente Santos, que retome el Proceso de Paz
inconcluso con las Autodefensas, que fue truncado por el Gobierno anterior que
suspendió el componente político de las negociaciones, al negarse a firmar los
acuerdos pactados en la mesa cuando así se lo exigimos, vulnerando a los
desmovilizados, a las comunidades directamente afectadas y decepcionando al
país, cuando ya habíamos desmovilizado todos los hombres y mujeres de las
autodefensas, dejándonos en el limbo, anclados exclusivamente al componente
judicial transicional, sumido en total incertidumbre, plagado de vacíos,
indefiniciones, inseguridades jurídicas y físicas; cercenados los derechos
políticos y civiles, silenciados, extraditados, proscritos y encarcelados al
lado de los líderes de nuestras bases sociales, apoyos políticos, empresarios,
militares y amplios sectores de la sociedad que en su momento, cuando el país
estuvo a punto de colapsar a manos de las guerrillas, nos empujaron, pidieron
ayuda o nos apoyaron.
Y aunque hemos recurrido a la justicia
buscando solución a estas falencias, ha sido imposible que la justicia las
resuelva sola, ella no tiene las herramientas, y aun más, digámoslo con
franqueza: en la forma como se ha abordado el componente judicial transicional,
ni el Estado, ni el aparato judicial, tienen las herramientas, ni los recursos,
mucho menos, la capacidad para evacuar el universo de hechos a juzgar - que
abarcan todo el código penal - cometidos por las partes en contienda durante
más de 50 años de conflicto armado.
Señor Presidente Santos: le pedimos
relance y dé continuidad al Proceso de Paz con la Autodefensas para proseguir
adelantándolo de manera conjunta o en simultáneo con las FARC-EP y con los
otros actores que deben tener asiento en esa mesa única o paralela, para darle
solidez, consistencia y sustentabilidad a los acuerdos finales.
Señor Presidente Santos, dirigencia de las
FARC-EP y Pueblo Colombiano: Se necesita del compromiso del Estado en su
totalidad, de la mayor cantidad de actores del conflicto, de los medios de
comunicación y de toda la sociedad y la Comunidad internacional para alcanzar
la Paz, para que los compromisos y los acuerdos pactados no sean malogrados por
hechos y lógicas siniestras que nos excedan desde las ‘manos oscuras’ de
quienes están dispuestos a utilizar todos los recursos legales o ilegales,
estatales o paraestatales de izquierda o de derecha habidos y por haber, en
contra de la Paz y la Reconciliación, y del País donde quepamos todos.
A la dirigencia de las FARC-EP, a sus
negociadores, a sus tropas y bases sociales y políticas, les pedimos evitemos
se siga reciclando en un solo colombiano y colombiana, y con cualquier
pretexto, la exclusión que los llevó a empuñar las armas. Les pedimos que
participemos conjuntamente en la construcción de la Paz, compromiso con el que
indeclinablemente debemos desnudar las verdades del conflicto, para que podamos
subsanar las profundas causas que lo originaron y mantienen, cuáles y de
quiénes las responsabilidades asumiendo las que nos correspondan, sin
revanchismos, procurando mirar hacia adelante para evitar se sigan repitiendo
los males y lograr así una Paz duradera. La paz, el perdón y la reconciliación
son posibles. Estimulémoslos, sembrémoslos con nuestro ejemplo. A nombre de
todas las Autodefensas que como yo tengamos el corazón dispuesto, les pedimos
perdón por los hechos de guerra y les perdonamos, los daños infringidos, el
dolor y los sufrimientos causados entre nosotros, y producto de esa
confrontación, a Colombia entera, a la que también imploramos perdón.
Presidente Santos, a Usted y por
intermedio suyo al Pueblo y al Estado colombiano que Usted representa, clamamos
nos concedan el perdón y la posibilidad de ayudar a construir una sociedad en
Paz y Reconciliada.
Esperamos de corazón, que los diálogos de
Paz que inician una fase decisiva en Oslo y en La Habana incorporen el bien
común de la sociedad entera, como criterio rector que prevalezca
humanitariamente por sobre las legítimas posiciones políticas de unos y de
otros, reconstruyendo el tejido social ultrajado durante este largo conflicto
armado.
No se trata de pretender cheques en blanco
ni inmunidades ni privilegios a futuro, sino de disfrutar, todos
igualitariamente, la oportunidad de un nuevo renacer. De poder participar
política y democráticamente, en igualdad de derechos y obligaciones, dentro del
ordenamiento legal y constitucional, para que se verifique aquello de que no
habrá vencedores ni vencidos, todos igualmente dedicados y comprometidos con la
realización de los imperativos de la Ley y de la Paz. Y así recorrer por
siempre el bello camino de la Reconciliación.
Con nuestros mejores deseos de Paz y Reconciliación esperamos que:
MI OPINION
Uno de los temas que considero
importante y los cuales no han tenido importancia en el proceso de paz es:
Por ejemplo dónde están en la Mesa de
Conversaciones: Los representantes de los campesinos, de los ganaderos, los
banqueros, los cafeteros, las cooperativas, los sindicatos, los partidos
políticos así sean de mentiras, los medios de comunicación, las universidades,
los grupos minoritarios, el Congreso de la República, los Concejos Municipales,
las Asambleas Departamentales, las entidades territoriales, los comerciantes,
los afrodescendientes, etc.
Hubo dos declaraciones en los últimos días muy preocupantes: El presidente de
la Corte Suprema de Justicia, manifestó en una entrevista, que la justicia no
sería obstáculo para la paz. El señor Andrés Paris en representación de las
Farc, respondió al ser interrogado por los periodistas, que ellos no tenían
porque pedirle perdón a la Nación pues ellos eran las víctimas. Esto significa
que la impunidad sería consecuencia inevitable de esta carrera. Siempre he
defendido y ahora con mayor razón que el proceso tortuoso de paz no puede ser
al costo de negar la justicia, no puede haber indultos ni amnistías expresas ni
virtuales en materia de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Cuando alguien
desconocido de provincia como uno asume esa postura no vale. Pero por suerte
cuando es un oráculo mayor como la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien lo recordó y recomendó
recientemente, si vale. Además documentos de tanta importancia como el
“Conjunto de Principios para la protección y la promoción de los derechos
humanos mediante la lucha contra la impunidad”, y los “Principios y directrices
básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho
internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”, el
primero fue un Informe de Diane Orentlicher, presentado a la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidades en el 2005, y el segundo adoptado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en ese mismo año, impone a los Estados
el deber de obrar conforme a lo expuesto.
En el “Encuentro Ciudadano por la Democracia” “Pedimos la Palabra por la Paz”,
que se reunió este miércoles en Bogotá, se presentó un documento que se
discutiría y cuyos resultados se conocerán después. Destaco dos puntos,
relativos a la responsabilidad del Gobierno en el diálogo, consistente en
escuchar y representar de manera digna al conjunto de la sociedad, no sólo a
sus aliados y a los poderosos; especialmente a los colombianos que más han
padecido este conflicto en el país rural, porque no pueden ser solamente
víctimas de la violencia, deben ser también protagonistas del diálogo y de la
paz. Los acuerdos a los que lleguen los negociadores para poner fin al
conflicto armado deben ser refrendados por la ciudadanía a través de mecanismos
independientes de eventuales aspiraciones electorales de sus protagonistas.